viernes, 10 de junio de 2011

La estampa

Que la gran mayoría de los cofrades que portan hábito nazareno no le echan ni puta cuenta a las normas de la estación de penitencia no es un reciente descubrimiento, eso seguro.

Y que muchas hermandades -aún quedan honrosas excepciones- les suda que las cumplan, tampoco.

Empecemos:

- Debe ir usted por el camino más corto a casa y con el antifaz colocado, sin pararse con nadie: Y una mierda. Que menos que un par de fotos con toda la familia, posterior subida de la foto a las redes sociales y a la calle. Capirote en sobaco y a pasearnos, que nos vean, como si fuéramos una especie en extinción -en ciertas cofradías realmente lo son-.

- No debe abandonar la fila salvo causa urgente y previo aviso al diputado: Otra mierda más. Con el calor que hace con la túnica a la mitad del camino me tengo que meter un par de Cruzcampos y un par de lomitos para compensar el desgaste calórico. Posterior meada y ya que estamos vamos a echar el cigarrito fuera del bar, que dentro nos lo han prohibido.

 - No se pueden llevar objetos identificativos personales: Sí claro, no voy a chulear yo de mi tatuaje del equipo de mi ciudad, o de mi tribal, o del nombre de mi churri. Aunque lleve la túnica no quiere decir que sea tonto y  mis tatuajes los muestro, que para eso invertí mi paga de dos meses.

- No debe de hablar con el público: ¿no pensará que le diga a mi madre que me deje la tortilla hecha por señas, no? Ah! y a mi colega le tendré que decir donde estoy. También es cierto que hay gente que lo cumple, no habla con el público, ya lo hace desde el móvil.

- Deben de mirar hacia delante: sí claro, tú ves el palio de la cofradía y yo, encima que pago, no veo un carajo.

- La ida y vuelta al templo debe hacerse en pareja de dos: como está el tema de gamberros por ahí, mejor ir en grupo de ochocientos, más vale prevenir que curar.

Lo más grave es como los diputados lo permiten. Ni les llaman la atención y ya eso de expulsarles del cortejo ni te cuento.

Una de las estampas más bonitas de nuestra Semana Santa es ver a los nazarenos de ciertas cofradías, como solitarios o a veces en pareja, se disponen a aterrizar en el templo guardando la compostura, con su antifaz, por cualquier calle perdida, alejados del bullicio de la ciudad y con el objeto firme y claro de hacer una estación de penitencia ejemplar. Aún vemos cofradías cuyos cortejos son ejemplares. Nadie -ni la presidencia, que aún me parece más grave en estos casos- mira hacia atrás y nadie saluda o habla con el público.

Se han sancionado cofradías últimamente por líos de horarios. Sin embargo, nadie ha movido un dedo (no me gustan las sanciones) para llamarle la atención a aquellas cofradías las cuales dejan a la figura principal de la Semana Santa -el nazareno- como elemento secundario en pro del espectáculo.

No estaría de más preocuparse más por este tema, solo se trata de darle un sentido a esto.

Por cierto, ya lo de ver a nazarenos con su túnica en las recogidas o salidas de otras hermandades ya es de traca.

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