miércoles, 8 de junio de 2011

El Increíble Hulk

El mundo de las hermandades y cofradías es un conjunto de organizaciones, formadas todas por personas. Cada hermandad tiene sus grupos. De priostía, su junta de oficiales, de diputados, de costaleros, de capataces, etc. Cada grupo con una función y cada grupo con unas características.

Hay dos conjuntos de personas a destacar, por magnitud mediática y personal: bandas y cuadrillas. 

En sociología se define a un grupo como aquel que establece un sentimiento de pertenencia al mismo. Suelen ser semi-cerrados y entablar relaciones en uno de ellos a veces llegar a ser hasta complicado. Una característica fundamental para  comprobar si existe el grupo como tal es la utilización de vocablos propios, que solo ellos entienden y que sirven para reforzar esa idea de pertenencia al grupo. Todo aquel, que aún dentro del grupo, no utilice ese mismo canal de comunicación está relegado a ser uno más y nunca podrá ejercer la función de liderazgo.

Pero noto una diferencia sustancial entre bandas y cuadrillas. Conozco de primera mano ambos mundos. No me equivocaría mucho al decir que los músicos tienen como nota diferencial la humildad, adjetivo que echo en falta en las cuadrillas. 

Cuando un músico no da el nivel, los líderes de su grupo se vuelcan. Se solidarizan y no le quitan ojo de encima. ¿Los resultados? Ese músico en un breve periodo de tiempo conseguirá su objetivo.

En las cuadrillas se jactan de que son solidarios y que ayudan al nuevo, que le enseñan. Que cuando uno no puede se le coge por la cintura y aprietan los dientes. Casos honrados hay, muchos, muchísimos. El problema es cuando llegan los superhéroes, aquellos que cogen más kilos que nadie, aquellos cuyos costales son el paradigma de la perfección y aquellos que aprovechan la más mínima oportunidad para achacarle la culpa de la una mala chicotá a "los cuatro flojos" que con toda devoción y con todas las ganas del mundo se colocan un costal, y con un trabajo generalmente callado, se limitan a hacer lo que pueden, lo que su cuerpo le permita.

Este año pude presenciar como en una de las grandes cuadrillas de nuestra ciudad, a grito limpio, algunos costaleros se quejaban de eso mismo. Del que no pudiera que se fuera a otro paso o que no saliera. Vi caras de frustración en algunos componentes y la eterna duda de si se refería a él. No me parece correcto que se juzgue a un costalero. Dudar de su profesionalidad y de su honradez es un acto cuanto menos lamentable. 

Estos superhéroes son los que seguro disfrutarían saliendo en un paso sin respiraderos y sin caídas. Ser los protagonistas. Y esto es lo "malo" que tiene el costal, que no se nos ve desde fuera. Son los mismos, que aún ejerciendo su función de liderazgo, serán los encargados de romper las cuadrillas y por supuesto, el grupo. 

Señores superhéroes, vuestros "artistas", vuestros "peones", vuestros "a los cables" y todo este vocabulario típico está del carajo. Pero sean más humildes. Nadie trata de quitaros vuestra parte de protagonismo, eso ni lo dudéis. Ayuden al que por condición le cueste más trabajo tirar los kilos arriba y no traten de humillarles. Será la única forma de dignificar el mundo del costal. 



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